Del escepticismo… ¡a la ovación de pie!
Debo admitir que la primera impresión no fue la mejor. Empecé el juego con la idea de que sería muy parecido al Gears of War Ultimate Edition, que había jugado recientemente, pero no se sentía igual, por lo que me provocó un poco de rechazo. Este juego está en un punto medio entre un hack’n slash y un shooter en tercera persona, ya que la mecánica principal, por lo menos desde mi punto de vista, es matar a los enemigos a porrazos y únicamente disparar mientras te acercas hasta donde puedas luchar cuerpo a cuerpo. Una vez me di cuenta de eso, ya la experiencia fue mejorando a un ritmo constante. También me di cuenta de que, jugando en normal, el juego no quiere que te mueras, sino que estés siempre al límite, llegando a pasar misiones sin balas, sin curación, sin granadas, sin resurrección y casi sin vida.
Empezamos siendo parte de los Black Shields, actuando en las sombras y enfrentando misiones suicidas. Titus está pagando penitencia por un crimen que no cometió, porque entendí que, en la primera entrega, él se expone al caos para salvar al imperio (se supone que nadie podría haber sobrevivido a no ser que fuera un hereje), con lo que lo tildan de “agente del Caos” en vez de darle el reconocimiento que merecía… Terminamos el prólogo y ya se ven atisbos de epicidad, cada vez las hazañas del teniente Titus serán más grandiosas, junto a sus 2 compañeros tendrán que enfrentarse a los tiránidos y a cualquier otra amenaza que vaya surgiendo durante su viaje de “redención” (que para mí no había nada que redimir). Sin hacer mucho spoiler, cada etapa superada es más épica que la anterior, hasta llegar al final donde no pude evitar sentirme como un space marine yo mismo: ¡Orgulloso Astartes de Ultramar!
El juego sí me recuerda mucho a Gears of War, pero no por las mecánicas, sino por esa imagen de súper hombres que pueden salvar el día siendo un grupo de 3 contra el resto del mundo (o de la galaxia en este caso). Me recuerda mucho a los protagonistas de la vieja escuela, que van superando las adversidades a punta de plomo, espadas, explosiones y testosterona. Debo admitir que también me causó mucha impresión la mezcla distópica de bien y mal que hay en el juego, ya que Titus básicamente es un arma del imperio, no es una persona, sino un Space Marine. Llevaba mucho tiempo sin jugar nada de Warhammer, pero me chocó volver a un mundo donde la religión y la tecnología son inseparables, al punto que a las máquinas se les reza, se les ponen velas y altares, una locura total, muy diferente a lo que tienden a ser los futuros distópicos de tecnologías avanzadas.
Pues nada, entro al juego y empiezo a repartir plomo imperial y a blandir mi espada-sierra (más adelante me dan un martillo, pero aunque es muy basto, sigo prefiriendo picar a los enemigos con una espada-sierra). Tuve que olvidarme de las coberturas, básicamente el juego te pide que seas un absoluto temerario y te enfrentes cara a cara con tus enemigos, cubrirse es de cobardes, desertores y traidores. Las mecánicas son básicas pero muy bien implementadas, una vez empieza el enfrentamiento contra minions o contra bosses, solo puedes ir hacia adelante, espada-sierra en la mano derecha y pistola en la mano izquierda (como dije antes, las armas de alto calibre y largo alcance son casi inútiles cuando tienes a un enjambre de enemigos encima). Las primeras batallas las sentí muy estresantes, tal cual un survival horror, al punto de tener que parar entre batallas para coger aire y seguir, pero una vez descubrí que mi vida no era mía sino del Emperador, ¡me convertí en una picadora de carne! ¡Por Ultramar!
También hubo algo de drama que, a mí parecer, fue un poco injustificado, sin embargo, no le quita peso a la historia, que es tan sencilla como épica. No me pareció un juego corto, lo siento, pero yo lo jugué en dificultad normal y me habrá tomado casi 13 horas terminarlo (me parece sospechoso esto porque en la captura de mi escritorio dice que tengo 24 horas de juego y en la captura de la app de PS me dice que llevo 13 horas… No sé a quién creerle) sin tocar absolutamente nada del multijugador. Durante la campaña no puedes hacer nada con la estética de Titus, más allá de decidir si muestra el casco o la cara, que obviamente es mucho más épico ir despedazando tiránidos con la cara descubierta y probando la sangre de tus enemigos, o mejor dicho, ¡los enemigos del imperio! Disfruté todo en este juego, no sabría decir si es destacable en algún aspecto particular, pero el conjunto es simplemente ÉPICO.
El modo campaña consiste en 3 planetas diferentes.
Empezamos en Kadaku en un bioma selvático nombre del planeta con bases humanas que casi siempre serán búnkers, donde la sensación de claustrofobia es constante: iluminación de velas, de faros rojos, bombillos tenues, muerte y materia orgánica siendo desintegrada hacen que te sientas realmente atrapado.
Avarax es mucho más “amplio”, sin embargo, los tiránidos están siempre presentes y la destrucción es apabullante, la ciudadela está completamente destruida por culpa de los tiránidos… Y de las fuerzas del Caos…
Demerium es un planeta cementerio, no hay civilización, únicamente hay un mar de lápidas y algunas catedrales en memoria de la gente que ha sacrificado su vida en nombre del imperio (siempre y cuando no la puedan reciclar para convertirla en un activo militar). Aquí es donde ocurre el desenlace épico, la batalla entre el Caos y el Imperio. En un principio pensaba que la batalla final se desarrollaría entre “buenos y malos”, pero avanzando en el juego y su lore, te das cuenta de que no hay “buenos” en esta guerra.
Para el momento en el que estoy escribiendo este artículo, apenas he rascado unos minutos del multiplayer. La partida que jugué es del modo “Operaciones”, con 2 personas al azar, no sé si habrá sido por suerte, pero parecía que sabíamos lo que teníamos que hacer y lo he disfrutado un montón. El contenido online puede superar con creces las horas invertidas, ya que tiene el modo “Operaciones” que forman parte de la historia principal, pero son totalmente online y opcionales, y también tiene el modo “Guerra Eterna” donde se convierte en PvP de tiros, espadas y martillos.
En el modo “Guerra Eterna” habrá 3 opciones de partida: Conquista, donde tendrás que dominar al menos dos de tres zonas en el mapa para ganar minar puntos a mayor velocidad que el equipo contrario; Captura y Control, donde solo se captura una zona del mapa hasta que pase el tiempo y aparezca otra nueva zona; por último queda Aniquilación, donde tienes que ir eliminando a los integrantes del otro equipo para conseguir puntos.
Hay muchas opciones cosméticas para el multiplayer, ya que lo llamativo es ¡aplastar a tus enemigos con una flamante armadura! Sin embargo, el avatar que usas viene predeterminado según el rol que elijas desempeñar en cualquier misión de Operaciones o Guerra Infinita. No conseguí ninguna porque no me puse a jugar, pero se desbloquean principalmente participando en partidas multiplayer, así que son premios a la constancia.
Este juego tiene mucha chicha si te gusta pasar un rato divertido, sobre todo entre amigos, sin complicaciones ni complejidades, tiene un componente táctico para el multiplayer, pero tienes que tener en mente que no eres un soldado que tiene que sobrevivir al ataque de tiránidos y herejes… ¡Eres un SPACE MARINE! El brazo armado del imperio, ejecutor de la voluntad del Emperador y azote de los herejes. ¡Por Ultramar!
P.D.: Dejo por aquí algunas imágenes en las que se ven ejecuciones a enemigos, dependiendo de la tipología del enemigo y del arma cuerpo a cuerpo que tengas equipada. ¡Espectacular!